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lunes, 28 de mayo de 2012


"Muy jodidas tiene que ponerse las cosas para que una generación, ante el miedo que da que se la salten, pida para sí una versión de bolsillo de lo que sus progenitores poseyeron. Es obvio que vivimos tiempos extraños, jodidos y con aspecto de final de algo y principio de no se sabe qué. Vivimos una época en la que no sabemos si algo es una tendencia, un síntoma o una enfermedad terminal. Los resfriados de ayer son las neumonías de hoy. De golpe, los bares ya no están llenos de seleccionadores nacionales, sino de economistas. Y de golpe, también, ha vuelto el discurso generacional, hasta hace poco desterrado del ideario popular y del método de descripción sociológico, por potenciador de estereotipos y generalizaciones. Por estar en clara disonancia con la Generación Yo, aquella que hizo lo privado público y lo público, ajeno."


¿Quién le canta a esta generación?






domingo, 27 de mayo de 2012

" El comunismo nunca fue una utopía. Además, se lo acusa tanto de utopía como de realidad bárbara y sangrienta. ¡Hay que elegir! En realidad, el comunismo es una idea, yo lo propongo como hipótesis. Que la Tierra es redonda es algo que hay que demostrar en la experiencia. Si se formula una hipótesis sobre un teorema matemático o sobre una teoría física, puede tomar tiempo, un siglo o dos, para demostrarla o desecharla. No es una utopía. Por razones precisas, el mundo social tal como está organizado nos parece irracional, y pensamos que es posible racionalizarlo un poco, volverlo más justo y, para hacerlo, hay que experimentar esto o lo otro. Tendremos experiencias que fracasarán, otras que tendrán poco éxito, y luego, quizá, se encontrará una vía para que resulte. Ciertas experiencias hechas sobre un factor tan radical como la organización de la sociedad fracasan. Pero sabemos que la historia de las ciencias está llena de experiencias no exitosas y rectificaciones. Y la historia del comunismo es esa a lo largo del siglo XX. No porque sea una utopía, sino porque es un problema difícil."

Alain Badiou


sábado, 26 de mayo de 2012

Empecé a escribir estos relatos sobre la infancia sin saber que mi padre iba a convertirse en el protagonista. Si no recuerdo mal el primero fue sobre un viaje por la Patagonia que evoca la guerra de Malvinas. Lo publiqué en Pagina/12 y como a mis amigos les gustó y me lo hicieron saber, escribí varios más en los que indefectiblemente mi padre se impuso con las tristes y desopilantes experiencias que tuvo a su paso por este mundo.Muchos lectores me preguntan si era tal como lo cuento ahora. Claro que sí. Ya lo dice un personaje de Armando Discépolo: "Hijo, si vos lo soñaste, yo lo viví".

Osvaldo Soriano

 
Aquel peronismo de juguete

jueves, 17 de mayo de 2012





Sr. Dr. Joaquín María Ayanack
Calle Gualeguaychú 431
Capital Federal
S / M

Estimado Sr.:

Ante que nada, debo decirle que Ud. no me conoce, por lo menos, no en el sentido vulgar de conocer, esto es, como yo lo conozco a Ud.

Quiero decir, yo sí tengo agendado su nombre y su domicilio. Yo sé su edad, sus gustos, el lugar donde va de vacaciones, la marca del auto que usa. Conozco el nombre de su esposa, el de sus hijos y hasta el de su perro cocker ("Pongo" ¿verdad?). Me interrumpe pensar que quizás todos estos datos lo inquieten un poco.

Como todos los que transitan por espacios de poder, tiene Ud. también sus aspectos paranoides. Me lo imagino preguntándose "¿Cómo sabes estas cosas de mí?", "¿Dónde consiguió este dato?".

... Para evitar que se siga angustiando con estos planteos, me apuro en contestarle que no hay dato tan secreto que un poco de dinero y mucho tiempo no sean capaces de conseguir... Y la verdad, es que no me falta ni esto ni aquello. (A veces, me parece que lo que hace que Dios sea omnipotente no es el poder, sino la paciencia infinita que da la inmortalidad. Nosotros, los humanos, en cambio, nos enfrentamos con ese grado de urgencia a la que nos obliga la forzosa conciencia de nuestra finitud.).

Eso sí, para llevar adelante una investigación seria, hace falta adosarle a la paciencia un poco de inteligencia y, obviamente, una cantidad de interés por lo investigado proporcional a la dificultad.

(Porque además, sin interés es imposible aguzar la inteligencia)...

Quizás fuera justo empezar por contarle cuándo empezó mi interés por Ud.
Es muy probable que no lo recuerde - ya que han pasado muchos años - pero el caso es que un día, exactamente el jueves 23 de Julio de 1991, pasadas las 2 de la tarde (do y cuarto precisamente), Ud. transitaba con su BMW gris por la calle Avellaneda, en Flores. Había llovido por la tarde y las calles estaban encharcadas como siempre. Al llegar a la esquina de Artigas, dobló a la izquierda a toda velocidad y enfiló por Artigas hacia Gaona, dejando que el auto se desplazara un poco de cola, como a Ud. le gusta doblar. Justo ahí, a metros de Avellaneda, hay un bache. Ud. lo conocía, sabía de ese bache, porque se arrimó al cordón derecho para esquivarlo, (¿se acuerda?)... Al hacerlo, claro, salpicó al viejito que intentaba cruzar aprovechando que el semáforo cortaba el tráfico de Artigas. Lo salpicó de arriba a abajo, desde las rodillas hasta el sombrero.

Ud. lo vio, yo sé que lo vio.

Y misteriosamente, contra todo lo esperado, Dr. ¡Ud. no paró...!

Y no sólo no paró, sino que además (y esto fue lo más significativo), hizo un gesto... un gesto que debe haber durado tres o cuatro segundos, no más... un gesto de desprecio, un rictus de fastidio, unos milímetros de torcedura en su boca... al que siguió un leve, levísimo encogimiento de hombros que dijeron, clara y fugazmente, todo lo que hacía falta saber de su lectura del episodio.

Ese día yo me dije - ¡Qué mal tipo! -.

Conviene que yo le aclare algo de mí: No soy un prejuicioso. No tengo nada contra los autos importados, ni contra sus poseedores. También soy, creo, comprensivo y tolerante, así que después pensé que tal vez, me había equivocado y su actitud no había sido tal, o quizás, esa actitud suya había sido excepcional.

Una excepción a la regla que media su vida, un mal momento, un error, un exabrupto...

Ojala lo entienda, Dr., para alguien como yo, que no comprende de aproximaciones, ni de medias tintas, las cosas son o no son, y la única manera de saber si Ud. era o no un bastardo, era investigándolo, investigándolo seriamente...

Así que... ¡eso es lo que hice!.

Durante los últimos cinco años me dediqué a saber sobre Ud. para poder ratificar o rectificar, esa horrible primera impresión que su actitud me causó.

Y aquí estoy, Dr. Ayanack, la investigación ha terminado, o mejor dicho, lo hallado es más que suficiente para una conclusión:
Ud. es aún más despreciable que lo que yo pude pensar en 1991.

... El 24 de Julio, al día siguiente del incidente, a la una y media de la tarde, me paré en la misma esquina de Artigas y Avellaneda a esperarlo pasar, apoyándome en la presunción de que Ud., como yo, no cambia sus rutas cotidianas (Siempre me sorprendió esta odiosa manía que tenemos los humanos de rigidizar nuestra conducta de hábitos: comemos siempre lo mismo, nos vestimos del mismo color, veraneamos en la misma ciudad, consumimos la misma marca de cigarrillos, y por supuesto, recorremos las mismas calles de la ciudad para ir de un lugar a otro).

Ud. no es una excepción, así que a las 2 y 14', volvió a doblar con su BMW por Artigas hacia Gaona y esquivó el bache de Artigas arrimándose al cordón de la mano derecha.

Ese día no había agua, ni viejito cruzando, no hubo gesto ni nada que me distrajera de tomar su número de matrícula: B-2153412.

El lunes siguiente decidí no trabajar y dedicarle a la investigación el día completo, así que tomé mi auto, lo estacioné sobre Artigas y otra vez, esperé su paso. A la hora de siempre, el auto importado gris dobló y comencé a seguirlo: Juan B. Justo, Warnes, Serrano, Santa Fe, Gurruchaga. Confieso que me fastidió un poco verlo estacionar entre los lugares reservados para la Comisaría de la esquina de Santa Fe y Gurruchaga. Por un momento lo imaginé comisario o algo así. Pero no, Ud. ni siquiera entró en la comisaría. Pasó frente a la puerta y el agente de guardia lo saludó con la venia. Desde mi auto lo vi caminar por Santa Fe hacia Canning unos 20 o 30 mts. y entrar en un edificio. En ese momento el agente de guardia hizo sonar el silbato haciendo señas para que avanzara.

¿Por qué, Dr., Ud. puede estacionar su auto en un lugar reservado para la comisaría y yo tuve que ir a buscar un lugar donde estacionar, cosa difícil, por cierto, en esa zona?.

¿Por qué, Dr., nos hemos transformado en un compendio de oscuros privilegios concedidos o usurpados que benefician a unos a expensas de todos los otros?.

¿Cómo es que el hecho de tener una profesión como la de comisario, o subcomisario, permite hacer suyo un pedazo de ciudad para guardar un auto, y encima concede el poder de trasladar ese don a otros?.
Porque Ud., Dr., no trabaja en la comisaría. Ud. es... "amigo del comisario", ¿Da eso derecho a unos metros cuadrados de cuadra en la ciudad?, ¿Cuánto cuesta esa dádiva, Dr.? ¿Un "favorcito"?, ¿unos "pesos"?, ¿una concesión compensadora "non sancta"?.

Mascullando palabrotas contra Ud., la policía, la municipalidad y el sistema; estacioné y caminé las dos cuadras de vuelta hacia Santa Fe.

Sobre el fin de la tarde ya sabía lo que necesitaba para empezar mi investigación. Sabía su nombre, la dirección de su oficina, su profesión (Abogado Penalista), y su horario de atención lunes, miércoles, jueves y viernes de 14 a 18.

Hasta el momento en que entré en su oficina, confieso que aún tenía dudas sobre mis presunciones. Tanto el episodio de Flores como el "privilegio" del estacionamiento frente a la comisaría no me alcanzaban... Pero cuando su secretaria Mirta (la rubia, la que tiene dos hijos y vive en Liniers), me dio cita con Ud. para el lunes siguiente a las 14 hs., me dí cuenta de su falta de respeto a los demás. Porque su secretaria sigue sus indicaciones Dr., y Ud. y yo sabemos que no puede llegar a las 14 hs. si a las 14.15... ¡Dobla por Artigas, en Flores!.

¿Qué se supone que hace la persona que fue citada a las 14 hs., entre las 2 de la tarde y las 3 menos cuarto en que Ud. llega?, ¿Qué hace con su problema legal, con su ansiedad y con su angustia?. No sabe qué hace, ¿verdad, Dr.?. No lo sabe ni le importa un rábano... Que espere. El otro... que espere.

Confieso, Dr., que mi opinión sobre los penalistas nunca fue maravillosa. Siempre pensé que las personas deberían tener alguna imagen de sí mismos relacionada con la profesión que después eligen. No puede ser casual que casi todos los médicos sean hipocondríacos, casi todos los economistas sean tramposos, y que no existan abogados confiables. Muchos meses de mi investigación los dediqué a estudiar psicología. Fue un intento de llegar a entenderlo a Ud. y sus mecanismos. No entraba en mi cabeza que un individuo que se dedicaba a la justicia, tuviera una idea tan poco aceptable de la moral y de lo justo. Aprendí, entonces, algo que se llama "formación reactiva! (un supuesto mecanismo mediante el cual uno actúa para intentar cambiar el signo de la acción que sigue a un deseo censurable...)

La psicología sería mucho más benévola con Ud. que yo, Dr. Para la ciencia, Ud. "sublima sus pulsiones" con su profesión. Lo cual así enunciado hasta parece ennoblecedor. No, Dr.. No hay ningún mecanismo reactivo que justifique, por ejemplo, que Ud. haya conseguido que su cliente, Fuentes Orbide, saliera en libertad incriminando al cuñado y socio de él. Ud. sabía que el otro era inocente. Ud. sabía que su presentación y planteo de defensa terminaría cambiando el lugar, en la cárcel, de su cliente por el de su víctima. Y sin embargo, lo hizo igual. Ud. no defendía la justicia, Dr. Ni siquiera a su cliente.

Ud. defendió su bolsillo, su renombre, su interés personal.

Dos semanas después de que el pobre socio de su cliente fuera detenido, alguien le comentó sobre el caso, en un pasillo de tribunales. El comentario era un pseudo-reproche por haberlo "mandado preso"... ¿Recuerda su respuesta, Dr.? Sus palabras resuenan en mi cabeza como si hubiera estado allí escuchando: Ud. dijo: "Bueno, che, si no puede pagarse un buen abogado que se joda!".

Nada de justificación reactiva para Ud., Dr.
Nada de interpretación de sublimación para las actitudes de la más baja calaña.

¿Es que vamos a echarle la culpa a sus pulsiones por esa repulsiva escala de valores con que Ud. maneja sus relaciones interpersonales?

¿Vamos ahora a interpretar como "fobia a la pobreza" esa actitud del restaurante de la calle Alvear en aquel mediodía de septiembre...?

Déjeme que lo ayude a recordar...

Fue hace más o menos dos años, Ud. almorzaba con María Elena, su amante, en el restaurante de Alvear, así que debía ser martes (Mucho tiempo me llevó entender que los martes eran los días dedicados a su amante). Yo los miraba sentado en una mesa no demasiada lejana, como tantas otras veces. Aquel día, mientras comíamos, entró un chico de unos diez años vendiendo rosas por las mesas. Nadie lo había visto, ni los mozos, ni María Elena, ni yo... y de pronto Ud. gritó: "Mozo!" Y el camarero que lo atiende siempre (y que le teme tanto como lo odia), se acercó rápidamente. Entonces, Ud. hizo que el mozo echara al chico a empujones a la calle.

La psicología tendrá muchas explicaciones para estas canalladas, pero yo sólo tengo una, Ud. es un canalla Dr., tan canalla que no merece vivir.

Pensará Ud.: ¿Y a éste, qué le importa?. Me importa, Dr., me importa mucho...

Me importa porque yo soy aquel viejito que Ud. salpicó en Artigas y Gaona hace cinco años. Me importa porque también soy el tipo que tiene que caminar dos cuadras todos los días porque no puede estacionar en Gurruchaga y Santa Fé. Me importa porque soy su esposa, Dr., que quisiera almorzar con Ud. alguna vez, y porque, de alguna manera, también soy su amante, que quisiera no almorzar con Ud. algún martes. Me importa porque soy el preso inocente que paga en la cárcel por lo que no hizo. Me importar porque, de muchas maneras, yo soy el pibe que intenta vender las flores en el restaurante de la calle Alvear...

Los psicólogos me han enseñado mucho sobre los mecanismos de la mente, así que debo admitir, por fin, aunque me duela, que me importa porque seguramente, yo soy tan canalla como Ud., doctor.

Yo soy tan corrupto, tan soberbio, tan agresivo, tan interesado, tan egoísta, tan humillante, tan autoritario y tan despreciable como Ud.

En los últimos años, Dr., he llegado a pensar, por momentos, que Ud. no era más que una parte mía. Una horrible parte mía, con vida independiente, que muestra lo peor de mí, en cada una de sus actitudes.

Creo que fue a partir de esas ideas de "encarnaciones", "identificaciones" y "escisiones de la personalidad", que me di cuenta de que Ud. no sólo no merecía vivir, sino que, además, debía morir.

Sí. Morir!... ¿Pero morir cómo?.

¿Quién sabe?.

¿Cuál sería la forma más justa?. ¿Accidente?.

¿Infarto?. ¿Suicidio?. No lo sé.

La más honesta, sin dudas, sería, lisa y llanamente, el asesinato:

Esto es, que alguien, finalmente, decidiera matar por lo que Ud. tan arquetípicamente representa del resto de nosotros.

¿Entiende Ud. el porqué de mi carta Dr.?

No le escribo para que se arrepienta...

Le escribo para informarle (porque creo que le concierne), que he decidido matarle.

Por supuesto - yo lo sé - Ud. pensará en tomar sus recaudos:

Guardias, armas, guardaespaldas, sistemas de alarma, custodia en su casa, investigación de todo su personal, etc. etc.

Pero... ¿Cuánto tiempo se puede sostener todo eso?...

¡Cinco años me llevó juntar la información que me permita sentenciarlo con justicia!... puedo esperar cinco, diez o veinte para cumplir la ejecución... En algún momento la custodia se afloja, la precaución de olvida, los detalles se descuidan... y en ese momento, Dr. Ayanack, yo estaré esperándolo.

Puede que alguien duda (quizás Ud. mismo), si este aviso de asesinato es real...

Si yo mismo soy real...

¿Cómo saber, por ejemplo, que esto no es una especia de acto culposo inconsciente de su parte?. En un psicologismo salvaje, alguien podría preguntarse si esta no es una carta dirigida por Ud. a si mismo para autoreprocharse sus miserables acciones.

En contra de esta postura está mi idea de que Ud. es absolutamente incapaz de sentir culpa.

Lo creo un amoral, en el explícito sentido de la palabra.
Aunque... hay, a favor de esta posibilidad, un dato inquietante:

Cómo la policía podrá comprobar... esta carta fue escrita en su máquina de escribir, esa que está en su escritorio, en la casa de Floresta. El papel es el mismo que Ud. usa y salió de su cajón del escritorio. Si consideramos el tiempo que lleva tipear esta carta, llegaríamos a la conclusión de que la única persona que podría haberla escrito sin despertar sospechas es... Ud. mismo, Dr.

Este pequeño misterio final que toma nuestra historia me encanta porque le concede un toque de policial que me fascina. Voy a guardarme el secreto de cómo lo hice, como para poder volver a escribirle si apareciera algo más para decirle.

Por ahora, me despido de Ud., no sin antes permitirme hacerle un pedido:

Cuídese, Dr. Ayanack, cuídese!!!. No me gustaría que por un tonto descuido, un accidente real transformara en inútil todo mi trabajo.

J.M.A

"Cuentos para pensar" 

martes, 15 de mayo de 2012


"Mi gran modelo es Balzac. Yo soy un enorme admirador y lector de Balzac... yo he tratado de formar una especie de gran mural de la vida mexicana, pero a todos sus niveles. Balzac me enseñó que se podían tocar registros muy, muy distintos"... "Bueno, mutatis mutandis, yo he hecho lo mismo respecto a la vida mexicana y como Balzac a partir de mis obsesiones, después de todo no con un afán realista, ni mucho menos. Sino en esta tensión permanente que yo descubrí en Balzac aprendí en Balzac, y vi potenciada al máximo en mis lecturas de Dostoievski"

"Habitamos simultáneamente un país legal y un país real, ocultado por la fachada del primero. La otra nación, más allá de los espacios urbanos, el mundo arcaico, paciente, poblado por quienes aún no alcanzan la modernidad sino que continúan sufriendo sus explotaciones, estaba ahí para comentar, con ironía a veces, con rabia otras, sobre nuestro limitado progreso en las ficciones... La condición es escribirlo todo para obtener algo, la parcela de realidad que nos corresponde vivir "

"En la literatura de la revolución mexicana se encuentra esta semilla novelesca: la certeza heroica se convierte en ambigüedad crítica, la fatalidad natural en acción contradictoria, el idealismo romántico en dialéctica crónica"

 "La novela latinoamericana se nutre de la imaginación histórica "es la creación de otra historia que se manifiesta a través de la escritura individual pero que también propone la memoria y el proyecto de nuestras comunidades. En eso estriba la modernidad de nuestra escritura, pero también nuestra respuesta a dos realidades paralelas: la crisis actual de nuestras sociedades y nuestra presencia potencial en el mundo del siglo XXI"



Carlos Fuentes
 1928 /2012

sábado, 12 de mayo de 2012

Cada vez que un hombre habla a otro de modo auténtico y pleno, hay transferencia simbólica: algo sucede que cambia la naturaleza de los dos seres que están hablando.
Jacques Lacan

martes, 1 de mayo de 2012


“Vivos y muertos se encuentran en mi sueño / como representantes de dos pueblos enemigos / en un tercer país. // Y mi cara es la cara del vencido pintada con los colores del vencedor.”
Yehuda Amijai, Herodium, en Detrás de todo esto se oculta una gran felicidad, 1973
“Que mis muertos me ayuden ahora.”
John Berger (Lila y Flag)

1
Miguel Hernández hoy
sería comunista

es decir: lucharía
por los derechos de las nutrias
por el equilibrio climático del planeta
contra los daños a las mujeres

y por la misma justicia social
que le movía entonces

2
El líder sindical perora
ante unas masa obreras muy menguadas

Las turistas en shorts
con rubias piernas larguísimas
pasean su indiferencia a escasos metros de la tribuna

Algunos asistentes consultas la hora
en sus teléfonos móviles:
casi las dos de la tarde

El sol aprieta

Junto a las pancartas
“Por el empleo con derechos
y la garantía de las pensiones”

se mezclan otras:
“Santería milagrosa
CONSÚLTATE YA!”

Alguien recuerda la observación
de un sindicalista italiano de la CGIL:
¿por qué los líderes obreros les gritan a los obreros
y les susurran a los empresarios?

Algún periodista
bosteza

3
Las palabras
vivas
no pueden hallarse en contradicción
con los hechos de la vida cotidiana

Cuando lo que se dice
choca frontalmente contra lo que se hace:
palabras zombis
palabras hueras
palabras muertas

palabras corruptas

4
La racionalidad es un cubito con agua
la irracionalidad es un pantano entero
o más bien el conjunto de los pantanos del mundo
perturbando gravemente miles de cuentas hidrográficas
sobrerreguladas

¿Cómo se pudo pensar alguna vez
que nuestro problema consistía
en el exceso de razón?

5
Derrotados
que no se dan por vencidos

Estamos en derrota
-decía Claudio Rodríguez-
nunca en doma

6
No sabemos
cuidar de nosotros mismos

Océanos
bosques
marismas
glaciares
atolones:
ayudadnos

7
Aprendemos
a encontrar nuestro camino en el bosque

y luego aprendemos a perderlo
con una clase de aprendizaje
distinto

En homenaje a Miguel Hernández
[por Jorge Riechmann, del libro El común de los mortales. Tusquets, 2011]