-¿Cómo surgió la idea de escribir sobre esta hija tan tremenda?
-Con los años uno va escribiendo no sólo a favor de lo que elige sino en contra de lo que ya escribió. En mi libro La muerte como efecto secundario hay un padre terrible que le hace mucho daño a su hijo y pensé: bueno, ¡es hora de pasarles factura a los hijos! Por otro lado, tengo tres hijas. Quería expresar mis propios sentimientos acerca de la maternidad, con toda su complejidad, pero no quería molestar a mis hijas, necesitaba un personaje radicalmente distinto de ellas.
-La generación de los 70, rupturista y cuestionadora de la familia burguesa, parece puesta en tela de juicio, porque esos padres no pueden educar a su hija, son unos padres bobos.
- Sí, son unos padres bobos, pero son esos padres, no son los representantes de su generación. -¿Tu intención no era hacer una crítica generacional?
- No, pero sí mostrar angustias, dudas y problemas que son muy característicos de nuestra generación. El peso del psicoanálisis haciendo que los padres carguen con la culpa de los hijos hasta la tercera y cuarta generación.
-Empezás diciendo, "El barco era grande como la muerte" y después viene una historia que parece liviana, gente que se va de vacaciones. Es un anticipo de lo que vendrá.
- Claro, incluso en ese primer capítulo hay un contraste entre las diversiones del barco y las noticias y los recuerdos terribles que vienen de la Argentina: mientras los mozos se disfrazan de gitanos, llega un telegrama de que aparecieron 34 cadáveres dinamitados en el puerto. - Incluís el diario de la escritura de “Hija”, que tiene un efecto de distanciamiento.
-Le recuerda al lector que está leyendo una ficción, que hay alguien que la está armando. Cuando leo un libro, creo que todo eso le pasó al escritor, a pesar de que soy del oficio. Y me pregunto, ¿de donde lo habrá sacado? Me pareció que contar la trastienda podía ser interesante para el lector.
- ¿Por que te pareció necesario incluir la historia previa de la pareja de Guido y Esmé en París antes del nacimiento de la hija? -Me importaba mucho contar a qué familia se iba a incorporar Natalia.
Quería mostrar que había sido una hija muy deseada, que venía de una familia normal.
Por eso es tan cruel. - Sí, es cruel. Si me preguntás qué podrían hacer esos padres para que la hija no fuera así, bueno, hay muchos que te van a decir que podrían haber hecho esto o aquello. Pero yo no lo sé.
-Los padres no ven.
- Eso, niegan, pero si no hubieran negado quizá no hubiera cambiado la cosa.
Entrevista a Ana María Shua
-Con los años uno va escribiendo no sólo a favor de lo que elige sino en contra de lo que ya escribió. En mi libro La muerte como efecto secundario hay un padre terrible que le hace mucho daño a su hijo y pensé: bueno, ¡es hora de pasarles factura a los hijos! Por otro lado, tengo tres hijas. Quería expresar mis propios sentimientos acerca de la maternidad, con toda su complejidad, pero no quería molestar a mis hijas, necesitaba un personaje radicalmente distinto de ellas.
-La generación de los 70, rupturista y cuestionadora de la familia burguesa, parece puesta en tela de juicio, porque esos padres no pueden educar a su hija, son unos padres bobos.
- Sí, son unos padres bobos, pero son esos padres, no son los representantes de su generación. -¿Tu intención no era hacer una crítica generacional?
- No, pero sí mostrar angustias, dudas y problemas que son muy característicos de nuestra generación. El peso del psicoanálisis haciendo que los padres carguen con la culpa de los hijos hasta la tercera y cuarta generación.
-Empezás diciendo, "El barco era grande como la muerte" y después viene una historia que parece liviana, gente que se va de vacaciones. Es un anticipo de lo que vendrá.
- Claro, incluso en ese primer capítulo hay un contraste entre las diversiones del barco y las noticias y los recuerdos terribles que vienen de la Argentina: mientras los mozos se disfrazan de gitanos, llega un telegrama de que aparecieron 34 cadáveres dinamitados en el puerto. - Incluís el diario de la escritura de “Hija”, que tiene un efecto de distanciamiento.
-Le recuerda al lector que está leyendo una ficción, que hay alguien que la está armando. Cuando leo un libro, creo que todo eso le pasó al escritor, a pesar de que soy del oficio. Y me pregunto, ¿de donde lo habrá sacado? Me pareció que contar la trastienda podía ser interesante para el lector.
- ¿Por que te pareció necesario incluir la historia previa de la pareja de Guido y Esmé en París antes del nacimiento de la hija? -Me importaba mucho contar a qué familia se iba a incorporar Natalia.
Quería mostrar que había sido una hija muy deseada, que venía de una familia normal.
Por eso es tan cruel. - Sí, es cruel. Si me preguntás qué podrían hacer esos padres para que la hija no fuera así, bueno, hay muchos que te van a decir que podrían haber hecho esto o aquello. Pero yo no lo sé.
-Los padres no ven.
- Eso, niegan, pero si no hubieran negado quizá no hubiera cambiado la cosa.
Entrevista a Ana María Shua