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martes, 2 de agosto de 2016

Ambigufobia. Se trata de un término acuñado por el escritor David Foster Wallace. Se refiere a la sensación de incomodidad al dejar cosas abiertas a la interpretación.
L’appel du vide. Expresión francesa que se puede traducir por “la llamada del vacío” y con la que se habla de las ganas de saltar al ver un precipicio. “La gente habla del miedo a las alturas -escribe Smith-, pero en realidad la ansiedad que provocan los precipicios a menudo tiene menos que ver con caer que con la terrorífica pulsión de saltar”.
Awumbuk. Palabra de los baining, que viven en Papua Nueva Guinea y con la que se describe la sensación de vacío que dejan las visitas al irse. “Las paredes hacen eco -ilustra Smith-. El espacio que estaba tan lleno ahora parece extrañamente amplio. Y aunque a menudo hay alivio, también nos quedamos con una sensación apagada: como si una niebla hubiera descendido”.
Basorexia. La necesidad repentina de besar a alguien.
 Cibercondría. “Ansiedad sobre ‘síntomas’ de una ‘enfermedad’ alimentada tras ‘investigar’ en internet”. Las comillas son de la autora. El neologismo, por cierto, lo recoge ya Fundéu.
 Dépaysement. Palabra francesa que recoge la “desorientación que sentimos en sitios extranjeros”. Ilustra los esfuerzos por descifrar un idioma extraño y por calcular cuánto vale ese puñado de monedas que llevamos en el bolsillo. Se trata de una sensación en ocasiones frustrante, “que nos deja incómodos y fuera de lugar”. Pero que también hace que “el mundo nos parezca nuevo una vez más”.
Dolce far niente. El placer de no hacer nada.
Fago. Es la pena que sentimos por alguien que necesita ayuda y por quien nos preocupamos, sin dejar de tener presente la idea de que algún día le perderemos. Este término de los ifaluk, las islas Carolinas del Pacífico, “sobreviene en esos momentos en los que sentimos de forma tan arrolladora nuestro amor por los demás, su necesidad de nosotros y el hecho de que la vida es temporal y frágil, que se nos llenan los ojos de lágrimas”.
 Going postal. Entre 1986 y 1997, varios empleados del servicio de Correos de Estados Unidos mataron a tiros a compañeros y jefes. Fueron en total 40 víctimas en unos 20 incidentes. La expresión going postal describe desde entonces los ataques de ira y rabia en el puesto de trabajo.
 Greng jai. En Tailandia, es “el sentimiento de no querer aceptar una oferta de ayuda por las molestias que causaríamos”.
Han. En coreano, es una aceptación colectiva del sufrimiento combinado con un deseo silencioso de que cambien las cosas. Una mezcla, según la escritora coreana Park Kyung-ni, de tristeza y esperanza.
 Ijirashii. Es la sensación de emocionarse al ver cómo alguien supera un obstáculo o hace algo digno de elogio. Esta palabra japonesa identifica “el sentimiento que podemos tener cuando vemos a un atleta llegando a la meta final contra todo pronóstico, o al oír que un sin techo ha devuelto a su dueño una cartera perdida”, escribe Smith.
Kaukokaipuu. Deseo de viajar (en finlandés). En ocasiones se traduce por otro término alemán parecido, Wanderlust.
Mono no aware. Expresión japonesa que hace referencia a la contemplación de una belleza que sabemos pasajera. Smith escribe que este concepto reúne la “pena y serenidad que sentimos al reconocer la inevitabilidad del cambio; la tristeza que anticipa las pérdidas que vendran, y la chispa añadida a los placeres porque sabemos que tienen que terminar”. El concepto tiene raíces en el budismo zen y está estrechamente relacionado con el wabi-sabi, un término estético japonés que se refiere a la belleza que se encuentra en las cosas inacabadas o imperfectas, como en el caso de un cuenco de porcelana con grietas.
Nakhes. En yidis, es el orgullo que sienten los padres por cualquier pequeño logro de sus hijos.
 Nginyiwarrarringu. Para los pintupi, que viven en el desierto de Australia Occidental, hay 15 tipos diferentes de miedo. Smith menciona el ngulu, que es el miedo que sentimos cuando otra persona busca venganza; kamarrarringu, la sensación de que alguien está detrás de ti; kanarunvyju, el miedo a los espíritus malignos que no te permite conciliar el sueño, y nginyiwarrarringu, el espasmo de alerta que te hace ponerte de pie y mirar alrededor, buscando qué lo ha causado.
Oime. La intensa incomodidad que supone estar en deuda con alguien. Es japonés.
 Pronoia. La extraña sensación de que todo el mundo te quiere ayudar. Efectivamente, es lo contrario a la paranoia.
Ringxiety. Término acuñado por el psicólogo David Laramie y que podríamos traducir (quizás) por “ringsiedad”. Define ese momento de “ansiedad de bajo nivel que nos lleva a pensar que hemos oído cómo sonaban nuestros teléfonos, aunque no lo hayan hecho”. La pena es que la referencia al sonido hace que no sirva para las vibraciones fantasma del móvil, que según varios estudios ha sentido alguna vez entre el 70% y el 90% de la población.

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