“Tú, que pones en el ‘cepo’ a Encarnación si no se adorna con tu divisa, debes de aprobarme, tanto más cuanto que no sólo sigo tu doctrina sino las reglas del honor y del deber. ¿Qué harías si Encarnación se te hiciera unitaria? Yo sé lo que harías. Así, mi amigo, en tu mano está que yo sea americana o francesa. Te quiero como a un hermano y sentiría que me declararas la guerra”
“Me es preciso defender mis derechos: o Vuestra Excelencia mándeme llamar a su presencia, pero sin ser acompañada de la de mi madre, para dar mi última resolución,o siendo ésta la de casarme con mi primo, porque mi amor, mi salvación y mi reputación así lo desean y exigen, me mandará Vuestra Excelencia depositar por un sujeto de carácter para que quede en más libertad y mi primo pueda dar todos los pasos competentes para el efecto. Nuestra causa es demasiado justa, según comprendo, para que Vuestra Excelencia nos dispense justicia, protección y favor”
“vaya, mi amigo, que ha delirado en ese informe”, y arremete sin piedad contra el prócer. “Oígame con calma (...) No se empiece a pelear conmigo. Empiece por saber que lo que tengo al mes son mil pesos, para profesores, útiles y gas. En un tiempo dijo el gobierno a la Sociedad se pedían a Norte América útiles y libros para las escuelas de ambos sexos. Teniendo esto presente, le pregunto si en ese depósito hay un lobo, que necesito para mi escuela normal, que quiero organizarla de modo que usted no me murmure (...) Usted es un injusto, no se contenta con la política y los muchachos y quiere pelearse con las mujeres ¡y no sabe usted qué malos enemigos son!”
Mariquita Sánchez de Thompson y Mendeville