“¿Cómo decirle de otro modo a un niño que es peligroso para él dejar escapar
(incluso a través de simple fruncimiento de cejas, una mirada) que entiende el
yidish, que conoce el alfabeto hebreo, que su padre se llamaba Izie, que vivía
en Belleville, que su familia viene de Polonia, que su abuela vende pepinos en
vinagre, arenques en salmuera y halvá, que su abuelo nunca está en casa los
sábados, que la mayoría de sus compañeros son judíos –en síntesis, que él
también es judío? Seguramente se le exigirá que borre todos los recuerdos de su
pasado, se le dirá que para él comienza una vida nueva, que el apellido es
bretón, que él es francés, y que nunca, absolutamente nunca debe pensar en lo
que quedó atrás. Ese fue entonces un acto de olvido de una necesidad vital, pero
también fue una traición interior”.
Georges Perec: instrucciones para una vida de palabras
Georges Perec: instrucciones para una vida de palabras
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