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viernes, 27 de julio de 2012

"Hay un tipo de locura que afecta a los artistas plásticos de hoy en día. Esta insania es grave incluso en los plásticos uruguayos. Tiene como base una obsesión que les hace balbucear sin parar palabras tan poco propias de su arte – al menos durante centurias ajenas a las bellas artes – como: planteo, proyecto, resignificación, replanteo, decodificación, intención, identidad y otras más sorprendentes aún, como biodiversidad o codificación genética. Si esta enfermedad de la mente creativa se propagara a la poesía, habríamos terminado irremediablemente con dos de las manifestaciones artísticas más representativas de lo humano."


" La retorcida crueldad de un sistema que obliga a los plásticos a describir y sustentar conceptualmente, en un discurso escrito, su obra so pena de que esta pase desapercibida o sea condenada al fondo de la escena, es singular y creciente. Imaginemos por un momento que los escritores se vieran obligados por una anomalía similar a ilustrar su obra con dibujos y pinturas todos ellos: pudieran o no hacerlo. O que los compositores musicales debieran traducir y presentar su obra en forma de literatura o plástica. Uno no querría ver tal cosa; la torpeza de un creador en el campo que le es ajeno suele ser dolorosa, como cuando el gran Bob Dylan se entrega a la práctica de la pintura. El resultado suele ser penoso y tiene la odiosa capacidad de deslucir el brillo que el personaje se ha ganado en buena ley, haciendo lo que sabe hacer bien. "


"En estos “tiempos líquidos”, esta era sin certezas -como dice Zygmunt Bauman- yo elijo mis recorridos virtuales anotados en su taquigrafía visible de signos como una verdad, al menos como complejos algoritmos de memoria descifrables con el resonante equivalente, el ser completo que me alberga y sus equivalentes de los otros que observan. Y así también soy el otro cuando me paro frente a una similar tarea, producto de otro creador. Y las dimensiones se multiplican, el universo se expande, se complica y profundiza, se explica y fascina. Aquí hago otra confesión y es que mantengo el placer infantil de la fascinación. Me babeo con las noticias de astronomía y ciencia teórica y refresco en ellas mi corazón agobiado por las penurias humanas, el sufrimiento, la injusticia, la horrible insensibilidad que padece la sociedad en que vivimos, este gran monstruo paralítico y tóxico, corrupto y estúpido, devorador de inocentes, con los peores de  todos manejando sin freno los controles, guiados por su abyección y su inmunda codicia. Así vamos, un ping-pong entre el Cielo y el Infierno."


La locura en los tiempos líquidos.





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