Así es el comienzo: se interioriza la vi-
sión, se adentran los sonidos. Se demora
el pensamiento y todo se interroga.
El alma galopa hacia los ocho confines
del espacio. El espíritu vaga errante por
alturas infinitas.
Al acercarse, la emoción poco a poco
se convierte en luz. Las cosas se reflejan e
intercambian su claridad.
Y es que al beber la esencia de las pala-
bras dichas y escritas, paladearás el muy
dulce sabor de los Clásicos.
A la deriva, entre cielos y abismos, te
dejarás llevar por la gran corriente, ba-
ñándote en las aguas del manantial, in-
ternándote en su profunda hondura.
Y esas frases sumergidas que se escon-
den y se agitan, serán como peces inquie-
tos que, mordiendo el anzuelo, emerge-
rán desde el fondo más insondable.
Y las otras delicadas bellezas, vagando
ingrávidas y errantes, serán como pájaros
de alto vuelo que, cazados con flecha y-
con cuerda, caerán en picado desde las
nubes más altas.
Haz acopio de palabras y de frases no
usadas por más de cien generaciones. Es-
coge rimas perdidas y olvidadas desde
hace miles de años.
Desdeña las flores marchitas, ya abier-
tas, del amanecer, y quédate con los bro-
tes tiernos, aún cerrados, de la noche.
Así, verás pasado y presente en un uni-
co instante, y abarcarás los inmensos ma-
res en tan solo un abrir y cerrar de ojos.
LU JI
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