Pensé en Leonardo y el Hombre de Vitruvio como autorretrato milennial que confirma que el genio era demás un Adonis, de escultural cuerpo milimétricamente proporcionado. Seguí la nómina confirmando que Leonardo era un inventor, escritor, ingeniero, arquitecto, pintor, escultor, conversador, inventor, filósofo, no solo de invaluable nivel en cada uno de los mundos que habitó, sino además una luminosa presencia que honra a la humanidad entera y ya puestos en el enigma, pues sí más o menos, cumpliendo todos los rasgos de ser medio milennial… hasta que descubrí que lo que comentaban en el café fue escuchado por mí como un error de chisme involuntario, pues en realidad hablaban de que este jueves mismo Leonardo da Vinci cumplió medio milenio de su muerte, 500 años desde que falleció ese deslumbrante genio sin generación que seguirá brillando con sus textos leídos en espejo, sus óleos de delicada sonrisa, el puñado de pinturas que le sobreviven, los miles de dibujos y apuntes, la biografía de un procrastinador consumado que, sin embargo, trabajaba incluso cuando estaba dormido… y sí, viéndolo bien, no dudo que haya más de un milennial que intente ser medio Leonardo.
Medio ‘milennial’
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