"Una vez me llamó a Barcelona. “Tienes que venir con tu mujer a cenar mañana conmigo en París”. Yo protestaba: Pablo, tú sabes que a París no viajo en avión, yo no voy sino en tren. Entonces le oí una voz tierna que ponía, las ganas de llorar, y le dije: está bien. “Vámonos”, le avisé a mi mujer. “A Pablo le dio berrinche y hay que comer con él mañana en París”. Cuando bajábamos del avión supe la noticia: le habían concedido el Premio Nobel, y lo primero que hizo fue decirles a los periodistas: “El que merecía ese premio es Gabriel García Márquez”. ¡Entonces comprendí por qué tenía tanto interés en que cenáramos con él!"
Su amistad con Neruda
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