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jueves, 17 de septiembre de 2015

Quiero a esa chica, y rápido Bastaba una señal al jefe de la escolta para que este supiera que el comandante quería acostarse con alguna de las mujeres con las que se había cruzado en su camino, como una diplomática o una periodista. Entonces, el equipo de seguridad emprendía un “peinado de información profundo” sobre la elegida. A veces, acondicionaba alguna de las casas del dirigente a las afueras de La Habana, “habilitadas para el efecto”.....

Su primera experiencia sexual Las primeras veces de Fidel Castro ocurrieron cuando él tenía siete años y con una criada llamada Nereida. El dirigente no escatima en detalles (según el libro) sobre los escarceos que vivían juntos, cuando ella fingía ir a trabajar con los animales y él decía salir al campo a jugar. “Los roces y palpares eran conducidos de forma cada vez más deliberada a un clímax que aprendí a emparentar con la palabra orgasmo. Tras semanas de esfuerzo, me extrajo las primeras gotas de un líquido entre graso y acuoso que yo descarté inmediatamente como orine”. Eso sí, no hubo penetración en estos primeros escarceos.

Fidel se ha muerto muchas veces La idea de que Fidel Castro hubiera muerto en algún momento ha sobrevolado mil veces la Historia reciente, pero se escuchó por primera vez antes de la Revolución Cubana, durante su exilio en México, entre 1955 y 1956. El revolucionario ya era entonces líder de la oposición, y Batista pretendía desmoralizar así a sus partidarios.

La técnica del puro con la que ganaba negociaciones Los cigarros habanos fueron fundamentales en el gesto del revolucionario, que recurría a ellos cuando prefería seguir escuchando a dar la réplica a su conversador. Al dejar de fumar, lo sustituyó por un inhalador, que también “usaba para ganar tiempo” antes de dar una respuesta. Es una técnica que copió de Stalin, que pasaba el día con una pipa apagada en la boca.

Matar es natural En el libro, Castro no duda en hablar con ligereza, y también con frivolidad, de las ocasiones en las que ha quitado la vida a otras personas: no solo como soldado, sino como verdugo, una vez proclamada la Revolución. “No importa la cantidad de gente que mates. Basta con uno. Cuando pasas de ese número, el rostro de la víctima se pierde”, reflexiona el dictador, según el libro novelado de Fuentes.

Escarceos sexuales

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